Mateo Manaure tuvo una carrera
fecunda en la que no dudó en reinterpretarse y buscar caminos
innovadores para darle riendas a su inspiración creadora. El lunes, a
los 91 años de edad, el pintor monaguense falleció y deja a su paso
huellas imborrables en la cultura venezolana.
Manaure nació en Uracoa en 1926, y se
formó en la Escuela de Artes Plásticas entre 1939 y 1947. En esa época
el artista manifestaba inclinación por el expresionismo; la temática de
sus obras estaba orientada a representaciones de la naturaleza, motivos
tradicionales o desnudos, pero con un manejo libre de la forma. Susana
Benko, crítico e investigadora de arte, refiere que esta etapa
figurativa del artista fue un momento muy interesante en la
configuración de su obra.
En 1947, Manaure emprende un viaje a
París. En la capital francesa estudia arte y participa en la creación
del grupo “Los Disidentes”. Para muchos críticos, esta es la etapa que
define el legado de Mateo Manaure, porque durante los años cincuenta se
adhiere a la abstracción geométrica y crea obras magistrales que
quedaron plasmadas, no solo en la ciudad de Caracas, sino en el
imaginario colectivo.
Para la investigadora y curadora de
arte María Luz Cárdenas, el aporte fundamental del pintor al arte
venezolano se halla en su contribución al arte geométrico gracias a su
participación, precisamente, en el grupo “Los Disidentes”, que innovó en
los paradigmas artísticos de su época.
Según Cárdenas, el mayor aporte de
Manaure se encuentra enclavado en las paredes de la Universidad Central
de Venezuela, donde el trabajo del artista diariamente se expone al
escrutinio de la mirada de estudiantes, profesores y visitantes.
Las 27 obras de Manaure que la UCV
resguarda fueron seleccionadas por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva y
donadas a la casa de estudios por el mismo artista. “Su legado más
valioso está en la Ciudad Universitaria. Allí se logró hacer una
relación entre el arte y la arquitectura con la genialidad de Villanueva
y el aporte que dieron los pintores abstractos a esa arquitectura. Esto
formó parte de la evolución de las dos búsquedas: la arquitectura que
correspondía ya a los planteamientos modernos en una integración
perfecta con el arte moderno que en ese momento despegaba”, indicó el
artista Juvenal Ravelo.
Luego de abandonar su búsqueda en la
abstracción, Manaure comienza a experimentar con otros estilos y realiza
una indagación profunda que expone en Suelos de mi tierra.
La investigadora Bélgica Rodríguez
considera que esta exploración es natural en el pintor: “Eso es lo que
hace a un artista de verdad. Investigar y poder cambiar en el momento en
el que se siente seguro de lo que está haciendo. Como investigador
visual y conceptual, Mateo tenía todo el derecho de hacer esos cambios
de acuerdo con lo que a él, en ese momento, le parecía interesante”.
Rodríguez recuerda que hay tres
contribuciones invaluables en la obra de Manaure: “Primero, la
consolidación de una tendencia muy importante como fue la abstracción
geométrica. Junto con eso, la recuperación de un paisaje abstracto y
absolutamente espiritual. Finalmente, Mateo reinterpretó un lenguaje del
imaginario colectivo referente al indigenismo en Venezuela”.
Benko reconoce la labor de Manaure en
la promoción del arte, un trabajo en el que destaca la creación de la
Galería Cuatro Muros junto con Carlos González Bogen. Asegura la
investigadora que los puntos más altos en la trayectoria del pintor y
muralista se resumen en su primer acercamiento al geometrismo y su
regreso con piezas como Uracoa en la avenida Libertador.
Actualmente, dos obras del muralista venezolano se encuentran en el catálogo del MoMA de Nueva York: Columnas policromadas, Proyecto para un mural (1954) y la otra es una pieza sin título del lapso 1968-1969.
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